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CÍCULO DE LOS CIPRESES 2017. "MIGUEL HERNÁNDEZ:LUCES Y SOMBRAS"


Juan Pinilla Martín tiene ahora 36 años; se asomó al mundo en Huétor-Tajar un pueblo de la provincia de Granada, la de Federico García Lorca, el día 2 de Enero de 1981 (es tan buena gente, que yo creo que no se atrevió a nacer el día 1 para no fastidiar un día de fiesta). Es cantaor de flamenco, crítico, escritor, columnista… en el año 2007 ganó el Premio Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas, en 2014 fue nominado a los Premios Grammy Latinos en la categoría de mejor disco flamenco, en 2016 fue nombrado Hijo Predilecto de la Provincia de Granada y en este año de 2017, le han concedido el Premio Periodismo y Comunicación de la Federación Andaluza de Comunidades en Barcelona. El pasado jueves día 24 de Agosto, estuvo en el Círculo de los Cipreses de nuestro parque Alces para engrandecer una vez más esta “Catedral de la Poesía” que, año tras año, dentro de los Escenarios de Verano, se embellece con los versos de los poetas, puestos en boca de los componentes del Grupo Literario del Ateneo, al que me enorgullezco de pertenecer. La llamada Noche de la Poesía, estaba dedicada en este año al gran poeta Miguel Hernández, el llamado “poeta del pueblo”, en el 75 Aniversario de su fallecimiento, con un Recital titulado “Miguel Hernández. Luces y sombras de un poeta”, y la cúpula de la Catedral de la Poesía, de ese Círculo de los Cipreses se iluminó de estrellas para realzar como se merecía tal acontecimiento.

Se iluminaba la noche, en este Alcázar bendito, para cerrar con un broche lo que Miguel había escrito. Y la voz de Juan Pinilla comenzaba el Recital poniendo notas gallardas del flamenco más tribal.

La noche se volvió mágica. Por el aire desfilaron: “El niño yuntero”, “el tren de los heridos”, las “nanas de la cebolla”, “la canción del esposo soldado”, “me sobra el corazón”, “la morada amarilla”… Y los “vientos del pueblo” trajeron la “Elegía a Ramón Sijé”, mientras “sentado sobre los muertos”, “un carnívoro cuchillo” elevaba su “vuelo” hasta los “aceituneros” que escribían una “carta” “para la Libertad”; luego “me tiraste un limón, y tan amargo” que aunque “yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío” escuché la “elegía segunda” y mi “boca” calló ante el “silencio divino” sobre mis “abarcas desiertas”. Después disertó Juan Pinilla sobre la extensa obra de Miguel. En un determinado momento dijo: “Voy a ir acabando, yo me explico mejor cantando, porque lo hago con el corazón”, y acabó cantando los poemas, acompañado a la guitarra por Antonio de la Luz, un gran guitarrista granaíno. Y el público, que llenaba en silencio la catedral de la poesía, aplaudió con ganas el buen hacer de este hombre joven que canta con el corazón y, por eso, llega hasta los corazones de la gente. Aunque solamente fuera por esta noche, quisiera agradecer al Patronato de Cultura por los Escenarios de Verano, al Ateneo y su Grupo Literario por su buen hacer, al Círculo de los Cipreses por estar ahí, a Juan Pinilla por ser una gran persona siendo una persona sencilla, a Antonio de la Luz, el guitarrista, por tocar como los ángeles y a los que asisten año tras año a los Recitales, por su paciencia y su fidelidad. ¡Gracias a todos!.

…Ya recorre el océano tus huesos -A Miguel Hernández- -en el 75 aniversario de su muerte- En un montón de huesos en el suelo, envueltos bajo blanca pañoleta, abierto a la emoción y al desconsuelo. …¡Así termina el cuerpo de un poeta!. Hoy, ésa imagen queda ante mis ojos: La foto de tu nicho desgarrado. Delante de la placa: tus despojos. Al aire un corazón acuchillado. ¡Son tus huesos, Miguel, eran tus huesos!, -recoge el viento frío mi lamento-. …¡Metidos allí dentro, quietos, presos, privados de tu carne y de tu aliento!. En un instante siento la tristeza que invade el corazón a manos llenas, ¿a dónde fue a parar tanta grandeza? ¿en qué playa cayeron tus arenas? Dijiste que tu nombre era el del barro, y fuiste celebrado por Miguel. Dentro de tu nicho, hoy queda un sarro, un último residuo de tu piel. Aquella piel umbría, casi bruna, aquella tez, tiznada por la pena, y aclarada de noche por la luna en que tornaba una mujer morena. Pronto caigo en que el hombre es también alma, que su esencia no muere en la sustancia, y entiendo que tu arena yace en calma en un eterno mar de tolerancia. En ése mar que forman las conciencias de todos esos hombres y mujeres que leyeron un día tus vivencias y supieron tus carencias y placeres. …Ya recorre el océano tus huesos entre arena y piedra, como a Vicente; …y entre sangre y vino quedan los besos para aquel Neruda del sol poniente. Y a Federico, ¡ay!, a Federico, de quien dijiste que polvo se llama, lo esparcirá Luna, con abanico, que en tu gélida luz, hoy se derrama. Por eso, tú, Miguel, ¡niño yuntero!, nacido como el toro, para el luto, vivirás para siempre en los alberos donde aún crece tu espíritu impoluto. Owen. 2017


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